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QUEVEDO vs GÓNGORA

Se cuenta que Francisco de Quevedo y Luis de Góngora, dos de los grandes poetas del Siglo de Oro y mayores representantes de dos diferentes corrientes literarias (Conceptismo y Culteranismo), eran acérrimos enemigos.

Sus enfrentamientos literarios son una divertida muestra de su arte y de su gran talento, también a la hora de insultar.

Vamos a comenzar hablando de estos dos poetas por separado con sus respectivas corrientes literarias.

Francisco de Quevedo

Nació en Madrid el septiembre de 1580 y murió en Villanueva de los Infantes (Ciudad Real) el 8 de septiembre de 1645. Tuvo dos grandes pasiones en su vida: la política y la literatura. Las dos le ocasionaron bastantes disgustos.

En prosa escribió: una novela picaresca, "Vida del Buscón llamado Pablos"; obras ascéticas, filosóficas y políticas, como "La cuna y la sepultura" y "Política de Dios" y obras satírico-morales, como "Los sueños".

La temática de sus poemas es muy variada: poesía satírica y burlesca, ataques a Góngora, poesía filosófica de dolor por la decadencia de España... Son muy conocidas: "A una nariz", "A una mujer gorda", "A una dama coja, hermosa y remendada"...

Retrato de Francisco Quevedo - Juan Van Der Hamen.

Advertencia a un ministro

Tú, ya, ¡oh ministro!, afirma tu cuidado
en no injuriar al mísero y al fuerte;
cuando le quitas oro y plata, advierte
que les dejas el hierro acicalado.

Dejas espada y lanza al desdichado,
y poder y razón para vencerte;
no sabe pueblo ayuno temer muerte;
armas quedan al pueblo despojado.

Quien ve su perdición cierta, aborrece,
más que su perdición, la causa della;
y ésta, no aquélla, es más quien le enfurece.

Arma su desnudez y su querella
con desesperación, cuando le ofrece
venganza del rigor quien le atropella.

Francisco de Quevedo

Quevedo fue el máximo representante del Conceptismo, una corriente literaria que profundiza en el sentido o concepto de las palabras. Se puede definir como una agudeza mental que da preferencia a las ideas con el fin de impresionar la inteligencia o el deseo de decir mucho con pocas palabras: “la sutileza en el pensar y el decir”.

En "Advertencia a un ministro", Quevedo se sirve de su destreza en la lengua para advertir al poder, en la persona de un ministro, lo peligroso que es humillar al pueblo, pues es darle razones para rebelarse contra quien gobierna mal.

Luis de Góngora

Nació en 1561 en Córdoba y murió en 1627.

Su obra más importante es la "Fábula de Polifemo y Galatea", de tema mitológico, en la que narra el amor apasionado del gigante Polifemo hacia la ninfa Galatea. Otra obra en este sentido es "Las soledades", poema en el que exalta la naturaleza y que quedó incompleto.

Escribió numerosos sonetos en los que predominan las sátiras a sus enemigos, entre ellos Lope de Vega y Quevedo. Y letrillas y romances a la manera tradicional, hermosos y fáciles de entender.

Retrato de Luis de Góngora - Diego Velázquez.

Al contrario que Quevedo, Góngora fue el máximo representante del Culteranismo, una corriente literaria que cultiva la forma de las palabras dejando en segundo plano su contenido. Pretende crear un mundo de belleza con un lenguaje ampuloso y culto: “un lenguaje dentro del lenguaje”.

Góngora utiliza un lenguaje poético muy elaborado, muy culto, selecto y lleno de metáforas originales. De todos modos, este carácter culto y difícil de su lengua poética no presenta la misma intensidad en toda su obra. Hay un poema, "Las Soledades", donde la dificultad es tal, que se necesitaría una verdadera traducción para entenderlos. Pero hay otros cuya lectura es mucho más asequible.

Al llanto y suspiros de una dama

 

Cual parece al romper de la mañana
Aljófar blanco sobre frescas rosas,
O cual por manos hecha, artificiosas,
Bordadura de perlas sobre grana,

Tales de mi pastora soberana
Parecían las lágrimas hermosas
Sobre las dos mejillas milagrosas,
De quien mezcladas leche y sangre mana.

Lanzando a vueltas de su tierno llanto
Un ardiente suspiro de su pecho,
Tal que el más duro canto enterneciera,

Si enternecer bastara un duro canto,
Mirad qué habrá con un corazón hecho,
Que al llanto y al suspiro fue de cera.

 

Luis de Góngora

En este poema podemos apreciar el vocabulario culto que poseía este autor, con el que aportaba belleza a sus poemas. 

¿Por qué esa enemistad entre ambos?

Ambos coincidieron en Valladolid, donde se había mudado la Corte en 1601.
Quevedo llegó a la villa del Pisuerga ese mismo año, Góngora lo haría un par de años más tarde; y los dos, al igual que otros escritores, se establecieron en la ciudad castellana buscando el mecenazgo de cortesanos poderosos que les abriesen camino en la ascensión a la cima literaria y en la pirámide social.
Pero por si el andaluz tuviese poco con sentirse como pez fuera del agua en Valladolid, se encontró con los primeros poemas de Quevedo, que bajo el seudónimo de Miguel de Musa, buscaba la fama satirizando el rebuscado estilo del cordobés. Éste le contestó así:

Musa que sopla y no inspira
y sabe que es lo traidor
poner los dedos mejor
en mi bolsa que en su lira,
no es de Apolo, que es mentira

[...]

Así empezó la disputa, en la que ambos escribían sonetos para provocar al otro. Estos son los más conocidos:

Contra Luis de Góngora y su poesía

 

Este cíclope, no siciliano,
del microcosmo sí, orbe postrero;
esta antípoda faz, cuyo hemisferio
zona divide en término italiano;


este círculo vivo en todo plano;
este que, siendo solamente cero,
le multiplica y parte por entero
todo buen abaquista veneciano;

el minoculo sí, mas ciego vulto;
el resquicio barbado de melenas;
esta cima del vicio y del insulto;

éste, en quien hoy los pedos son sirenas,
éste es el culo, en Góngora y en culto,
que un bujarrón le conociera apenas.

Francisco de Quevedo

A Francisco de Quevedo

 

Anacreonte español, no hay quien os tope. 
Que no diga con mucha cortesía, 
Que ya que vuestros pies son de elegía, 
Que vuestras suavidades son de arrope

¿No imitaréis al terenciano Lope, 
Que al de Belerofonte cada día. 
Sobre zuecos de cómica poesía
Se calza espuelas, y le da un galope? 

Con cuidado especial vuestros antojos 
Dicen que quieren traducir al griego, 
No habiéndolo mirado vuestros ojos. 

Prestádselos un rato a mi ojo ciego, 
Porque a luz saque ciertos versos flojos, 
Y entenderéis cualquier gregüesco luego

Luis de Góngora

A don Francisco de Quevedo

 

Cierto poeta, en forma peregrina
cuanto devota, se metió a romero,
con quien pudiera bien todo barbero
lavar la más llagada disciplina.


Era su benditísima esclavina,
en cuanto suya, de un hermoso cuero,
su báculo timón del más zorrero
bajel, que desde el Faro de Cecina

a Brindis, sin hacer agua, navega.
Este sin landre claudicante Roque,
de una venera justamente vano,

que en oro engasta, santa insignia, aloque,
a San Trago camina, donde llega:
que tanto anda el cojo como el sano. 

Luis de Góngora

A una nariz

Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un pez espada muy barbado.

Érase un reloj de sol mal encarado,
érase un alquitara pensativa,
érase un elefante boca aariba,
era Ovidio Nasón mas narizado.

Érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto,
las doce tribus de narices era.

Érase un naricísimo infinito,
muchísima nariz, nariz tan fiera,
que en la cara de Anás fuera delito.

Francisco de Quevedo

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